Fue difícil hablar de sexo con ellos. Por momentos, la charla se volvió engorrosa y se llenó de términos que denominaban eufemísticamente aquello de lo que sus hijos adolescentes hablan sin rodeos. Sobre todo, porque el tema era la vida sexual de sus vástagos. Vida que, en la mayoría de los casos, los padres creen que no existe.
Esa fue la principal conclusión que surgió de la mesa redonda que organizó La Nación, junto con la organización Padres en Red, de la que participaron diez papás y mamás de chicos que tienen entre 13 y 20 años.
No son una excepción. Las estadísticas indican que son pocos los padres que hablan de sexo con sus hijos.
Sólo cuatro de cada diez adolescentes hablan con sus padres de sexo, según un trabajo realizado por la socióloga Marcela Aszkenazi, con una beca de la Comisión Nacional de Programas de Investigación Sanitaria del Ministerio de Salud. Para aquél fueron entrevistados 505 adolescentes de entre 12 y 19 años. Cuando se les consultó cuáles eran o habían sido sus fuentes de información sobre sexo, sólo un 43% mencionó a los padres, mientras que un 67% dijo haber aprendido en la escuela; un 35%, de los amigos, y un 34% de la televisión. (Los porcentajes dan más de 100 porque en cada pregunta era posible dar más de una respuesta.)
Resulta llamativa la baja proporción de chicos que hablan o consideran que pueden hablar de sexo con sus padres, sobre todo si se tiene en cuenta que el 60% de los adolescentes encuestados en la Capital son hijos de profesionales o universitarios.
El trabajo señala que es en la escuela donde los menores obtienen mayor información sobre sexo: casi siempre en forma de clases de biología. Sin embargo, la gran influencia que tienen los amigos y la televisión contribuye a reproducir mitos y creencias falsas. Según la encuesta, uno de cada tres chicos cree que la mujer no puede quedar embarazada en la primera relación y piensa que hay que tener varios encuentros para que eso ocurra.
«Muy técnico»
«En el colegio se dan algunas charlas, pero son muy técnicas. Se habla de drogas, de alcohol, pero no de cosas de sexo en concreto. Todo es hasta cierto punto y, en general, nadie se queda contento. No te sacan las dudas», dijo Ignacio Janisch, de 14 años, uno de los adolescentes que participaron de una de las mesas redondas sobre sexo que organizó La Nación.
«En mi escuela, la charla de educación sexual la dio una monja. Ella explicaba y había una ginecóloga que daba el okay con el pulgar. Imaginate…¿qué le íbamos a preguntar?», apuntó Florencia Dollera, de 17 años.
Sin embargo, el mayor reclamo de los chicos no fue más formación por parte de la escuela, sino una mayor apertura de sus padres para poder hablar de sexo sin que se horroricen.
«A mí me encantaría poder hablar más con mi papá -dijo Lucas, de 17-. Un día mi viejo abrió la puerta del cuarto y me dijo: «Cuidate de que no te peguen los patovicas y siempre usá preservativos». Y cerró. Al día siguiente me dejó una cajita en el cajón. Yo tenía 16 y hacía rato que tenía relaciones. Otro día volví a la madrugada y lo encontré en la cocina. Yo estaba re en pedo y le dije: «Ya fue, hablame del tema». Y hablamos. Pero yo estaba tan borracho que ahora no me acuerdo nada.»
Una adolescente de 17 años que todavía no mantiene relaciones dijo que le gustaría poder preguntarle a la madre si le va a doler la primera vez. «Yo no hablé con mi mamá de la primera vez ni de la segunda. Con ella, de eso no se habla. Para ella es un horror», dijo Mary, de 18 años, que mantiene relaciones desde los 16.
«Algunos padres tiene miedo de que si hablan del tema, estén empujando a sus hijos a que lo hagan, prefieren esperar porque creen que no es tiempo, y cuando lo hablan, ya es tarde», dijo Juan Ignacio van Demberg, de 15.
La falta de diálogo no hace que los chicos olviden el tema, sino que recurran a otras fuentes. «Y no siempre son las más adecuadas», asegura Andrea Gómez, responsable del servicio gratuito de información del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam). En el año último, los adolescentes fueron quienes realizaron la mayor cantidad de consultas que recibió el servicio.
El 44,3% de las 2.393 llamadas recibidas correspondió a chicos de entre 11 y 20 años. «La mayoría llama para informarse sobre métodos anticonceptivos. Muchos no saben cómo se pone un preservativo y piden que les expliquemos, paso por paso. O cómo tomar las pastillas. Confunden la ovulación con el período menstrual. Lamentablemente, la llamada muchas veces llega tarde, porque la consulta es por un atraso», asegura Gómez.
Otra importante proporción de las llamadas proviene de padres que no saben cómo hablar con los hijos. «Les ofrecemos consejos y folletos para sacar el tema. El problema es que esperaron mucho para hablar. Deberían haber comenzado cuando eran chicos, siempre hasta donde ellos quisieran saber. Cuando se ignora el tema, lo más probable es que el adolescente se inicie sin que los padres lo sepan o los puedan aconsejar, con los graves riesgos que ello acarrea», dice.
A partir de la demanda de espacios para hablar con adultos surgieron ofertas como la de la Escuela Argentina de Tantra, que desde hace un año y medio dicta cursos y charlas de sexo tántrico para adolescentes. Oscar Gómez, su fundador, recibió a La Nación en un aula a la que asisten 40 menores de 20 años. «No son clases de sexo», aclara. «A pesar de que cada generación ha podido liberarse paulatinamente del tabú del sexo, todavía cuesta iniciar un diálogo abierto entre padres e hijos», dice Gómez. Explica que el tantra es una filosofía que no considera que el hombre tenga una realidad espiritual y otra corporal. «Se busca formar en los adolescentes pautas de conducta alejadas de los miedos y prejuicios y sin que los chicos necesiten desinhibirse con alcohol y drogas, y que aprendan porque haya adultos que les den la instrucción.» Las charlas cuestan 5 pesos y los cursos, 10 pesos la hora cátedra.
Algunos padres tienen miedo de que si hablan del tema, estén empujando a sus hijos a que lo hagan. Entonces prefieren esperar y, cuando lo hablan, por ahí ya es tarde
Por Evangelina Himitian
Con la colaboración de Marta García Terán
Dónde consultar
El Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) tiene un servicio anónimo de información y orientación al que pueden consultar tanto adolescentes como padres. Se responden consultas en la línea gratuita 0-800-888-235726 o por e-mail, en la casilla argentina@celsam.org.
La Secretaría de Salud de la Municipalidad de Vicente López también tiene un servicio de consultas sobre sexo por correo electrónico en misexualidad@vicentelopez.gov.ar.
Por su parte, la Escuela Argentina de Tantra, que dicta cursos para adolescentes, tiene su sede en la calle Larrea 1007, 2° piso, departamento A y atiende consultas en el 5778-1751.
Opiniones
Marcela Copello
«Mi hijo tiene 15 años y por el momento no se ha planteado el tema, pero no se puede obviar la charla. Hay que decirles que se cuiden, en especial por la transmisión de enfermedades.»
E. Boker Cáseres
«No me horrorizaría si mi hijo de 20 años y con un año y medio de novio tuviera relaciones, pero en realidad nunca hablamos del tema directamente.»
Adriana Fascie
«Tratamos de naturalizar el tema. Cuando vamos en el auto, tiramos una palabra clave, que actúe como disparador para que pregunten lo que quieran.»
Alberto Olivero
«Hay una distancia generacional enorme. Hablamos en un idioma y nuestros hijos tienen otra realidad. Nuestros mensajes no son claros y a los chicos les cuesta mucho mantenerlos.»
Martín Janisch
«Si no nos dicen a los padres que se masturban, por qué nos van a decir cuando tienen la primera relación sexual. Es como que el primer escalón nos lo llevamos por delante.»
Guido Copello
«Uno trata de hablar, pero hasta donde ellos quieren saber. Si avanzo demasiado, el miedo que tengo es que se cree una barrera comunicacional.»
Clarisa de Vicien
«Hay que tratar de crear confianza en los chicos para que se animen a preguntar sobre sexualidad y a hablar con nosotros del tema.»
Fuente: 11.7.05 – La Nación