Las parejas suelen hablar muy poco sobre sus necesidades, búsquedas, placeres y dificultades en sus relaciones sexuales. Esta situación se da en las relaciones ocasionales y en las estables, y de igual modo en adolescentes, jóvenes y maduros.
En la cama, la comunicación está en el cuerpo y cuando aparece la palabra suele ser parte de un juego erótico que busca estimular la excitación. La pregunta que indaga en el otro sobre las sensaciones y las expectativas suele estar ausente, algo que a veces se vive como parte de la naturaleza misma del encuentro sexual, donde todo se dijo de otra manera.
Ese silencio verbal oculta o revela una dificultad para abordar aspectos más íntimos de la relación que van desde los métodos para cuidarse hasta cuestiones vinculadas al placer o al displacer. «Es muy difícil hablar de las relaciones sexuales adentro de la pareja, las únicas frases que podés encontrar son las de la cama, que están acotadas a la palabra estimulante, a la fantasía puesta en lo que ocurre allí; después no se habla – dice la psicoanalista Patricia Malanca-. La pregunta simple ‘¿cómo estás?’ a los 20 años no está y a los 40 está reprimida. Tampoco se pregunta qué te gusta o qué querés que te haga. Aunque haya actualmente una hipercomunicación, en ese punto quizá nunca podamos avanzar, porque tiene que ver con tocar lo real, que es lo más ‘animal’ y la palabra quizá no pueda alcanzarlo». Malanca agrega que muchas veces se habla de otras parejas porque no se puede hablar de sí mismos.
La ginecóloga Alicia Figueroa, del Centro Latinomaericano Salud y Mujer, coincidió en que se habla poco de la sexualidad en la pareja. «Hay una intimidad física, corporal, pero no afectiva, no se habla de placer, de necesidades, de expectativas, de gustos o preferencias, a veces ni siquiera se habla de cómo se van a cuidar, es como que da vergüenza hacer una pregunta íntima», dice. Y agrega: «La gente intenta informarse a solas y sigue construyendo una fantasía con respecto a las expectativas del otro, donde proyecta lo propio. En parejas de mucho tiempo hay más intimidad y se ha ganado confianza para hablar del placer, pero sigue habiendo un bloqueo para hablar de las dificultades, como por ejemplo, la falta de deseo o de orgasmo; de eso no se habla con la pareja».
En la adolescencia también se habla muy poco sobre la propia sexualidad. «El tema del placer, las necesidades del uno y del otro casi nunca se hablan, los adolescentes priorizan la acción sobre la reflexión y de pronto se encuentran teniendo relaciones sin hablar nada, ni siquiera del método anticonceptivo- expresa la trabajadora y educadora social, María José Faccini, integrante del Programa de Adolescencia del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires-. En el trabajo que realizamos tanto con adolescentes como con adultos jóvenes vemos que el tema del placer, del orgasmo y de las necesidades sexuales de cada uno, no se transmite entre ellos. Todavía se da esto de que las mujeres no dicen nada sobre su sexualidad y los hombres poco. Ellos están muy preocupados en la cantidad de relaciones sexuales y no saben como está la persona de al lado».
Las relaciones de corta duración son muy frecuentes en la actualidad y eso dificulta una mayor intimidad con la palabra. «Es el aquí y ahora, y si vemos los lugares donde los adolescentes mantienen relaciones sexuales, boliches, parques, frente a otros, apurados por si llegan los padres, entonces en ese marco no es posible hablar del placer, ni buscarlo, ni pensar en el otro», dice Faccini.
“¿Qué es el clítoris?”, “¿Las mujeres fingen el orgasmo?” son algunas de las inquietudes que plantean muchos adolescentes varones cuando acceden a los centros de información telefónica sobre sexualidad, buscando resolver sus dudas sobre el género opuesto a través de un tercero, y no con la chica que tienen al lado.
En tanto, las mujeres también plantean interrogantes y dicen que los varones se creen que todo lo saben y que sólo se preocupan por su propio placer. Alicia Figueroa, ginecóloga del Centro Latinomaericano Salud y Mujer (Celsam) destacó, al referirse a los adolescentes, que «los chicos consumen mucha información sobre sexualidad de Internet, de los medios, y después piensan en probar distintas alternativas a la relación sexual vaginal, a pesar de que aún no han experimentado casi nada de las relaciones más simples».
Para la especialista, la clave es que hay un exceso de información y de erotización y una ausencia de educación. Una de las preguntas más frecuentes es: «¿Lo que me pasa a mí es normal?».
En la línea telefónica gratuita del Celsam donde se reciben preguntas sobre salud y sexualidad, se advierte la inquietud por informarse, desde los 11 años en adelante. Así es como se recibieron entre el 2004 y 2005, 3.231 llamados, que en un 90 por ciento correspondieron a mujeres. De esas consultas, el 0.7 por ciento fue realizado por chicos de entre 11 y 13 años, el 33.2, por adolescentes de 14 a 20 y el 37.6 por ciento, por jóvenes de 21 a 30 años.
Los especialistas del Celsam entienden que el uso del teléfono como medio de comunicación les resulta más accesible y seguro debido al anonimato. «Para un adolescente resulta difícil acceder a un servicio de salud si no lo hacen junto con sus padres. A su vez, desconocen que existe la Ley de Salud Reproductiva la cual contempla la posibilidad de que consulten en hospitales o centros de salud, a partir de los 14 años sin necesidad de ser acompañados por un mayor», afirma el Celsam en un estudio sobre adolescencia.
Fuente: 10.2.06 – Clarín