Infertilidad

Entre un 15 y un 20 por ciento de las parejas en edad fértil podría tener problemas de infertilidad actualmente. La disminución de la calidad del semen y el retraso en la edad de la fecundidad son las principales causas.

(azprensa.com)Ofrecemos la entrevista realizada por Gaceta Médica a Gorka Barrenetxea, coordinador de la unidad de Reproducción Asistida, de la clínica Quirón, de Bilbao.

El índice de natalidad en España es muy bajo y las parejas tienen cada vez más problemas para tener hijos. ¿A qué factores puede atribuirse?

El índice de natalidad en los países occidentales en general es bajo y, en España, especialmente. Siempre ha habido casos de infertilidad, tanto masculina como femenina, pero las razones fundamentales por las que estamos detectando problemas de subfertilidad hoy día son la disminución de la calidad del semen y el retraso en la edad de la fecundidad.

¿Actualmente, qué porcentaje de parejas tienen problemas de infertilidad?

En los países del mundo Occidental, aproximadamente entre un 15 y un 20 por ciento de las parejas podrían tener problemas de subfertilidad. Es decir, una de cada cinco parejas podría tener la necesidad de recurrir a algún tipo de ayudas en cuanto a técnicas de reproducción asistida.

¿Por qué la infertilidad no es considerada como una patología, a pesar de que la OMS la ha reconocido como tal?

Pensamos, junto a organizaciones como la OMS o la Sociedad Canadiense de Reproducción, que la infertilidad es un problema médico. En el caso de una mujer que tiene las trompas obstruidas y quiere tener hijos, la fertilización in vitro debería ser considerada como un tratamiento médico para resolver una patología.

Sin embargo, esta técnica también puede emplearse para conseguir embarazos, por ejemplo, en mujeres sin pareja o aquellas parejas que quieren hacer una selección de sexo sin indicación médica. Existen indicaciones en las que incluso determinados profesionales del mundo de la Ginecología están en contra de considerar la subfertilidad como una enfermedad.

España es uno de los países con mayores tasas de éxito en técnicas de reproducción asistida. ¿A qué factores podrían atribuirse dichos resultados?

Por una parte, a que hay muchos centros y buenos, tanto públicos como privados. Por otra parte, la legislación en España ha permitido hasta noviembre de 2003 transferir hasta cuatro embriones al útero materno, lo cual se ha traducido en unas tasas elevadas de embarazo, en comparación con otros países en los que estaba restringido el número de embriones a transferir, pero por otra parte ocasionaba una tasa alta de complicaciones, como es el caso de los embarazos múltiples.

¿Cree que los fármacos indicados para tratar los problemas de infertilidad han experimentado también una evolución significativa?

Sin duda. Básicamente, aquí el gran salto fueron las gonadotrofinas para estimular la ovulación de forma espontánea en un ciclo natural. Cuando se empezaron a desarrollar hace ya 20 años, las primeras que se utilizaron eran de origen urinario, luego se pasaron a purificar estas gonadotrofinas y ahora se tienen ya gonatropinas recombinantes.

El gran hito sería la utilización de gonadotropinas, en su momento, y luego los hitos sucesivos han sido la obtención de nuevos productos a partir de las gonadotropinas iniciales.

¿Cree que los fármacos de origen urinario serán reemplazados por los recombinantes a corto plazo?

Creo que en este sentido, conceptualmente, no debería haber ninguna discusión. Antes teníamos productos de origen humano (urinario) y ahora tenemos recombinantes, de ingeniería genética, y ya son dos puntos totalmente diferentes. Hoy día, teniendo productos de origen recombinante, no parece ético utilizar productos de origen urinario porque no existe esa discusión a esos niveles.

Cuando aplicamos un tratamiento tenemos que valorar los beneficios y los riesgos de la paciente a la que tratamos. Luego estarán los temas de coste-eficacia. Pero tenemos tres posibilidades: cuando disponemos de recombinantes y utilizamos productos de origen humano podemos tener el problema de inmunogenidad, el problema de transmisión de enfermedades, y en este caso también el problema de la variabilidad del producto.

Desde el punto de vista conceptual, y no entro en eficacia, teniendo la posibilidad de utilizar recombinante no parece razonable utilizar urinarios. No debería haber problemas para usar los fármacos recombinantes, ya que llevan diez años en el mercado y no debería haber discusión.

En términos de seguridad, ¿qué ventajas pueden aportar al paciente los fármacos recombinantes?

Un producto de origen humano puede conllevar un riesgo de infección por virus de desarrollo lento, por lento. Por otra parte, hay que tener en cuenta que al contener impurezas hay un riesgo de inmunogenidad, de reacciones alérgicas que pueden ser leves o moderadas pero que no parece lógico este riesgo disponiendo de otra opción.

Además, como la demanda de gonadotropinas ha crecido tanto, la trazabilidad y el seguimiento del origen de esa orina no es tan fácil de determinar. Y finalmente hay que señalar la variabilidad de unos lotes y otros. En los productos de origen biológico, la actividad de ese producto es variable.

¿Cree que el uso de fármacos recombinantes podría proporcionar mejores resultados en el abordaje de la infertilidad? De ser así, ¿a qué podría deberse este mejor perfil?

En principio, yo no les pido a los fármacos recombinantes que me mejoren los resultados. Los trabajos más recientes publicados indican las tres opciones: que los dos tipos de fármacos ofrecen los mismos resultados, otros que dicen que los mejores resultados se atribuyen a los fármacos recombinantes u otros que dicen que son mejores los urinarios.

Los últimos estudios parecen apuntar más a una mayor eficacia de los fármacos de tecnología recombinante, pero yo no entraría en ese terreno. No hay que discutir la eficacia cuando tenemos ese concepto eficaz de que teniendo fármacos de tecnología recombinante, que son algo más eficaces que los urinarios, pero sobre todo más seguros, no hay discusión.

Estando disponibles fármacos recombinantes en el mercado, ¿no es arriesgado seguir utilizando los de origen urinario?

Los argumentos que se utili-zan para seguir utilizando los productos urinarios son los siguientes: primero, se han utilizado durante muchos años y no ha pasado nada, es verdad, pero puede pasar mañana. Segundo, son más coste-eficaces en el sentido de que son más baratos.

Sin embargo, tenemos que ver en qué basamos el coste eficacia, ¿en lo que vale el producto, en la farmacia o en lo que me cuesta conseguir un embarazo? Recientes estudios indican que lo que cuesta un embarazo con los recombinantes es menor que con los fármacos de origen urinario.

Tenemos un problema de seguridad, por una parte, y el coste eficacia que es lo que se podía deducir que está en contra de los recombinantes, cuando hablamos de conseguir un embarazo, vemos que se trata de conseguirlo con el menor número de ciclos posible y al menor coste, pero sobre todo si conseguimos que el embarazo se logre con un ciclo en lugar de con dos será mejor ya que no alteramos tanto la calidad de vida de la paciente.

Según un estudio farmacoeconómico publicado en la ReES sobre el estudio alemán RecData, con FSH recombinante se consigue un 16 por ciento más de embarazos que con FSH urinaria, usando menos cantidad de fármaco y número de ciclos. ¿Considera que, a largo plazo, el uso de los fármacos recombinantes podría suponer un ahorro en el tratamiento de la infertilidad?

Sí, podría conseguirse un ahorro, pero tampoco a tan largo plazo. Ahora cada vez se están utilizando más fármacos recombinantes, aproximadamente un 70-30, depende también de los centros. En los centros de reproducción asistida estamos mejorando más embarazos en parejas más difíciles, ya que las parejas son más mayores.

Cada vez estamos utilizando más recombinantes, lo que quiere decir que algo estamos haciendo bien y la farmacología también nos está ayudando. Hay también otros trabajos que indican que cuando evaluamos el coste económico en términos de producto comprado, son mucho más caros los fármacos recombinantes, pero cuando evaluamos el coste económico en términos de embarazos conseguidos, ya no existe esa diferencia y puede ser más económico.

Existiendo las dos posibilidades, no deberíamos por mera cuestión de seguridad utilizar fármacos urinarios. No hay discusión en otros niveles, por ejemplo cuando se habla de insulina o de hormona de crecimiento.
Fuente: www.azprensa.com

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